¿De que raza viene la locura? ¿Que clase
de universo vomita una criatura de semejante forje? Porque yo lo he visto
caminar. Semejante monstruo de naturaleza diabolica, sujeto a una ira interior
que no habia visto jamás en criatura alguna. Y miren que este mundo es
gobernado por tres razas autoctonas y una híbrida….
Me tome un descanso, como habitualmente
lo hacía a esa hora de la noche. El parque tenía una vida nocturna bastante
populosa: niños gritando mientras sus madres cotejaban los últimos chismes de la
colonia. Cafes llenos de jovenes deseosos por parecer intelectuales e
impresionar así a sus novias. Y enfrente de todos, a la vista pero
completamente ignorado, olvidado, el callejoncito de los sapos. Llamado así, no
por otra cosa, sino por una banda de maleantes apodados así, que habían hecho
suya la cerrada desde hacía mucho, asaltaban solo a aquellos incautos que no
tomaban su precaución al pasar por enfrente. Respetaban y dejaban en paz el
resto del vecindario, a cambio de un silencioso pacto con los demás habitantes.
Pero esa tregua había sido rota apenas unos días atras, cuando, desesperados
por no tener suficente droga y bajo la influencia de la que ya se habían
inyectado, asaltaron la tienda de los Gonzalez, un pequeño supermercado que fue
presa fácil. No hubo heridos ni muertos, solo el susto, pero también la certeza
de que los ataques serían más y más cercanos en cada ocasión. Y eso afecto
rapidamente la tranquilidad del barrio.
Yo estaba pasandomela tranquilo sentado
en un pequeño banco con formas vegetales de piedra. No tenía respaldo y estaba
tallado en una pieza, pero no necesitaba nada más que estar sentado y
descansar. El trabajo había sido pesado ese día y antes de llegar a casa a
enfrentarme con otro tipo de labores, como cuidar a mis hijos, preparar la cena
con mi mujer y cualquier asunto que me quitara la oportunidad de tomar un
pequeño receso, decidí sentarme. Quince minutos bastarían para que pudiera
sentirme más relajado y nadie me extrañaría en ese lapso de tiempo. La banca
que elegí estaba justo enfrente del callejon de los sapos. Y aunque me
desagrado la idea de ver que alguien fuera atracado, pudo más el deseo de
descansar un rato. Nunca me imagine ser testigo de aquello.
Como a los diez minutos, poco antes de
que se cumpliera el tiempo validado y me levantara a seguir el camino a casa ví
a aquel joven. Vamos, era completamente normal y no hubiera llamado mi atención
de no ser porque caminaba justo enfrente del callejon. Quise gritarle que no lo
hiciera, que viniera hacia mí, pero eso me hubiera causado problemas
seguramente pues alcance a ver de reojo a los malandrines que ya le habían
puesto el ojo. Y dado que sabemos quienes son y donde viven, es lógico pensar
que ellos también pueden ubicarnos perfectamente, así que decidí callar. Así
que lo deje seguir su camino. Y cuando hubo caminado hasta quedar justo
enfrente del callejon, varios pares de brazos salieron de la oscuridad para
agarrarlo y llevarlo hacia dentro del lugar, donde podrían asaltarlo a gusto.
Dado que era un pequeño callejon rodeado de tres altísimos edificios, tanto a
los lados como en la calle detrás, y por la hora del día, casi todo el día una
tenebrosa y densa oscuridad se cernia sobre él, de allí que fuera el lugar
perfecto para esos criminales. Dadas pues las circunstancias, me debatí entre
irme o por lo menos esperar que huyeran a otro lado a repartir el botin y
esperar por si el muchacho necesitaba ayuda. Abstraído en esos pensamientos oí
el primer grito, pensando en que el chico ya estuviera siendo presa de la violencia
de estos tipos, que se hubiera negado, sin saber, porque yo jamás lo habia
visto en la zona, como tenía que ser el protocolo para no salir lastimado, y
que o se estuviera llevando una severa golpiza o que incluso estuviera siendo
atacado ya con algun arma de filo o algún tubo o bat.
Pero no nadamás fue un grito. Algunas
personas se acercaron debido a los ya varios gritos que emanaban del callejon,
siempre con cautela, ya con la curiosidad a flor de piel. Fue entonces cuando
lo vimos volar. Uno de los malandros salia disparado por los aires. Iba
totalmente ensangrentado, pero lo suficientemente alerta como para emitir un
grito de terror que hizo que se me enchinara la piel. Por fortuna en el juego
de fierro donde cayo no habia niños o hubiera sido una tragedia, pues el vuelo,
la velocidad y su peso destrozaron el juego. Algunos corrieron a ver al
muchacho, quien ya estaba muerto de cualquier forma. Otros, como yo, solo
observabamos el terrible espectaculo. Mientras algunos de los sapos huían
despavoridos, una horranda criatura como de dos metros y medio salía de las
penumbras, demasiado ágil para el volumen de su cuerpo, tanto en la irreal
estatura como en las gigantescas medidas de sus musculos y la exagerada forma y
tamaño de la cabeza, a todas luces desproporcionada al cuerpo. Una cabezota
provista de una gran hilera de dientes, que cubrían la boca, como si fuera una
especie de dinosaurio. Sus ojos de pupila Blanca y lo demas en negro le daban
un aspecto más aterrador. No supe si era humano, pero de partes de la ropa era
demasiado obvio que eso era aquel chico a quien esperaba. Su transformación
debió haber tomado por sorpresa a los truhanes que eran presa fácil.
Fue alcanzando a algunos de salto en
salto, aventándolos a la mitad de la calle, como juntandolos. A otros, los que
fueran más lejos, simplemente les aventaba lo que tuviera a la mano, no
importando si se tratara de cosas muy pesadas, simplemente imposibles de cargar
para un humano normal. Y no, no era ni licantropo ni vampiro, pues yo a lo largo
de mi vida conocí a algunos y nada se asemejaba a este monstruo que sabía era
humano en su origen… que yo supiera ninguna raza era así y aún los licantropos,
que se transformaban en su adolescencia, no sufrían tan brutal y deformadora
conversion física. Lo que depués vería me atormentaria por siempre, testigo de
hechos que no volvería a ver de Nuevo. La gente huía despavorida, otros se
escondían o buscaban refugio. Veía algunos celulares tomando fotos y videos que
seguramente saldrían movidos no
darían cuenta real de la criatura. Yo me encontraba en una posición
inimaginable, justo enfrente de toda la acción. Y me encontraba paralizado de
miedo. ¡Menuda carga, yo que solo iba a tomarme un pequeño descanso! ¡Estaba
viendo una auténtica masacre a manos de algo que no podría calificar como
perteneciente a ninguna de las razas que habitaban el mundo. Y fue allí, en el
trajinar de mis pensamientos en contra de los gritos en mi interior, que me vio
a los ojos. Allí estaba él, frente de mí, como esperando un ataque, mientras yo
daba cuenta de mis últimos instantes sobre la tierra. Tan frágil, tan débil, no
duraría nada en contra de semejante leviatan. Una fuerza de la naturaleza
contra un simple humano. Y sin embargo no hizo nada. Solo me miro con sus
oscuros ojos y sus dos hileras de dientes, respirando fuertemente como si se
tratara de un toro o algun animal así. Un Dios furioso, así lo catalogaría en
ese momento.
No supe cuanto tiempo duramos el y yo sin
movernos. Lo que quedaba de los delincuentes estaba regado por todos lados.
Había acabado su labor. Y aunque con toda seguridad le gritaría asesino en
cuanto no me viera, al final de cuentas un asustadizo y cobarde humano, en ese
momento comprendía que él solo actuaba en defensa propia. Pude ver en sus ojos un
dolor infinito, que me tocaba. Que llenaba, de alguna manera, mi alma y la
aplacaba. Sentía empatía con él. Aunque eso termino de confirmarse cuando dejo
escapar, con una voz cavernosa y profunda, hipnótica, una sencilla pero
esclarecedora frase en forma de pregunta:
-
¿Por qué no me dejan en paz?...
Acto seguido se irguio de forma completa,
lo que permitio observar en plenitud su gigantesca estatura. Una mole de
musculos y una deformidad en la cabeza que lo convertían, seguramente, en un
paria entre su raza, fuese esta la que fuese. Volteo hacia todos lados. La
gente se asomaba estupefacta de todos lados. En todos los edificios habia
mirones. En verdad era la primera vez que se veía a alguien así y seguramente
se hablaría durante mucho tiempo del monstruo. De la bestia. Nunca supe porque
nadie hablo a la policía. Quiero suponer que nadie lo considero, como yo, un
riesgo a la integridad del barrio. Simplemente nadie llamo y eso le permitio
huír de ese lugar aunque a primera vista no parecia ni siquiera preocuparle
pues continuo su camino bien hubo acabado su ataque de rabia. Y mientras sufria
una transformación hacia el joven que originalmente había visto ser presa de
aquellos que Ahora estaban muertos, tuve el presentimiento de que aquello no
era más que el inicio de algo muy grande y de que, al final, todos nos veíamos
involucrados…