Marco las horas de mi vida,
para no tener que verte,
lugubre crucifijo de mis días,
fastidioso conteo de mi muerte.
Siendo oscuridad y tu luz,
mitad entrañable de mi sonrisa.
Paz y guerra, rojo y azul
que de piedad va, traviesa.
Lloro en la tenue brisa
de aquellos seres inertes
que por virtud de larga caída
desenvuelve mi ira rebustiante…