y que la bella dama de frío proceder
que a mi insensato clamor provoque.
De sereno andar, a mi fervor dirija
la cruenta soledad que su devenir antoje
para el largo camino en el que he de desfallecer
antes de que su suave mirar a mi corazón convoque.
Del tenue mirar de sus elucubraciones
por observar en el quicio de su enfoque,
aliento pertinaz que en mi terco parecer,
culmina con un beso y un suspirar en su toque...