Virgilius Beatrice
Saludos bienaventurada Diosa
que desciendes del luminoso trono
¿Qué dirimes en esta abadía,
que del paraíso bajas a lo más hondo?
Vengo a ti por un encargo,
glorioso poeta del antiguo destino,
que en las claves rojas del mundo
se preparó tan cruel camino.
Es mi deseo que guies
al hombre que de mí añora
el suspiro de aquel que todo lo da,
y lo lleves a su antigua gloria.
Mi dulce y divina señora:
tu deseo es para mi sustento
de lo que en mi corre atento
por describir el entorno de ahora
Dime su nombre y no habrá demora
en tu petición tan santificada por fe,
que la luz que te ha hecho bajar con honra
a decirle a este humilde espíritu que hacer
Su nombre es Dante y deberás saber de él
por la fe que en ti, poeta de lo antiguo,
ha depositado desde que era novel.
Justo es, que tu palabra le dé cobijo.
Y cuando hayas recorrido el valle del dolor
y la montaña del arrepentimiento impío,
yo te encontraré al pie del verde valle
y seguiremos el y yo nuestro camino.
Así pues, después de despedirme
comencé la ardua jornada
que de la santa señora tuve al irme
por sobre mis pasos a la selva dorada…
No hay comentarios:
Publicar un comentario