El vaho que es tu esencia me trastoca,
Amada ciudad; cruel Gorgona
Que deleitas tu ser en torturarme
Con cada detalle. Cada aroma. Cada presencia.
Vivo de ello. Pagando a cada instante
La distancia desde mi nacimiento,
Porque así me lo has exigido
Hasta el éxtasis de mi lejana muerte.
Más nunca finjo, desdeñosa amante.
Siempre se trata de ti. De volver a ti
En cada regazo. Cada historia
Que leo en los incesantes rostros sin vida.
Por qué los silencios que observo en la esquina
No se reflejan en los niños que crecen al día,
Llana sombra de mi niñez que amaga,
Mediante lágrimas, el milagro de tu existencia…
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