martes, 26 de marzo de 2013

Evocaciones...


Voy caminando en una letanía como tantas por el camino que magno han traído hasta mí, seguros de que recorreré cada imagen tuya, cada sonido, cada vivencia que creara un vínculo eterno entre tu y yo, mi amante despechada, con tus callejones empedrados y tus historias grandilocuentes de vidas pasadas, cuando a lo lejos la oigo. Al principio es una melodía tenue, vil. incierta. Pero conforme mi corazón late más de prisa y se genera de nuevo en los dos la esperanza de un reencuentro, aprieto el paso, seguro pero intentando no parecer desesperado. por fortuna no hay carros que con sus aullidos desconcentren mi atención, dulce viajera de fondos sin sentidos, y es en esa evocación artrera cuando, al final del gran corredor que siempre lleva a todos a camino seguro, que la observo por primera ocasión. Un ángel solitario que lleva al viento su dulce tonada, una ya conocida por mi en mis diarios trajinares por este y otras ciudades buscando lo inefable, lo que me permita regresar a tí, una y otra vez para amarte con esa locura que solo el más tierno de los dementes podría hacer.
Enfundada en negro vestido, piel blanca como la luna que ha decidido acompañarnos en esta ocasión; cabello suelto, lacio, profundo como la marea violenta de una cascada de oscuridad. Ojos pícaros, expresivos. Y una mirada arrebatadora que daña aún en la distancia en la que se encuentra, encaramada en un tercer piso, edificio de azulejos que marcan el principio y el fin del ahora, que tienen mucho que contar acerca de mundo en que nacieron y aquel que les ha abierto como si de puertas se tratara, la protege, celoso. Agresivo. Aún así ella ha hallado forma de poder confrontarle con música. Y el viejo ha callado derrotado para permitirme, por una vez, dejar que la voz tan tierna atraviese mi alma y la magnifique una y otra vez con cada acto misericordioso de amor que ella ha despertado en mí. Ahora no te veo, ciudad bendita de lagos secos, cruel discernimiento que me evoca glorias pasadas. No… ahora ella es mi mundo, ella evoca todos aquellos fantasmas que vienen a mí, una y otra vez, como si se tratara de viejos conocidos. Vienen a contarme las glorias de que fueron objeto, supongo que para despertar en mí sentimientos y sensaciones malparidas. Pero no. Encuentran soledad y desprecio porque ahora, la nueva musa que contonea serenamente su cuerpo y cual sirena hipnotiza mi alma para ofrecerle el cruel tormento de que es esfera, cálido cielo de los nueve círculos en que se circunscribe para esperarme una y otra vez, por cuanto el barquero no quiera a mi verme, voltea y aún en la encrespada letanía que es el devenir de otras almas, logra perfectamente ubicarme. Es entonces cuando sonríe y me muestra un pedazo de su alma. Me muestro un poco mareado por las nuevas sensaciones mostradas a mí, pero intento no desvanecerme mientras busco formas de podermele acercar, vigilante, agresivo. me seduce tu eterna mirada: mirada de mil y un cambios, de ensoñaciones de un pasado que triunfa, de una escuela que se queda cada vez más encharcada en antiguas soluciones de sangre y muerte atadas, más no me importa. Te amo con solo un vistazo y solo eso importa, me temo.
voy separando de la realidad la fantasía anhelada para dejarla inerme, desnuda. Es entonces cuando cobro plena consciencia de mi mismo: tu tierno susurro me da en que pensar mientras me deleitas con las visiones del hombre que pude ser y el que he resultado y me supongo listo para enfrentar una nueva aventura a tu lado. Intento tomar tu mano inmortal pero no me dejas. Sé que siempre serás libre hasta de mí por lo que este amor inmenso se siente privilegiado de poder tenerte, por lo menos una sola ocasión, en tus brazos hasta la madrugada en que te vestirás para iniciarte en tus propias aventuras...

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