Mis
memorias están llenas de música. Estruendosas. Silentes.
Mi
recuerdo de ti tiene un aroma elevado. Excelso. Tibio.
Como
las luces que dan al callejón donde por última vez
yo te
viera mientras te alejabas, con mis sueños.
Ahora,
cuando camino, se activan estas poses a través del mundo
que,
frío, me incita a pasar por delante de tantas efigies,
sombras
pasadas de mi discernimiento de la interacción humana.
De vez
en vez alguna canción activa mis latidos, esos que se fueron
contigo
pero que me visitan seguido, sólo para recordarme
que de
eso estoy vivo aún cuando me falten esos, los latidos
que
toman tu forma y de tu respiración el brío.
Mis
memorias están llenas de aromas. Fuertes. Dulces
y ¿por
qué no? También nauseabundos.
Las
tenues notas inundan mi cabeza, quiméricas alucinaciones
de un
pasado turbio que aún me atormenta
Y por
el que, lo confieso, no he dejado de padecer,
pues
pareciera más buscarlo cuanto más me repela,
como si
con solo tenerlo presente me alimentara,
Aún
cuando solo se trata de ecos de mis vidas pasadas.
Cierro
los entresijos que forman las madejas de mi locura
y con
amor me dispongo a venerarte, dulce mujer, tierna mirada,
cruel recordatorio
de mi parmoniosa calaña
que dejas
amarte sin conseguirme un intercambio,
ni siquiera
de palabras.
Asi…
Así,
vuelo hacia ti. Desnudo. Borracho de amor. Libre de sensaciones…
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