Hubo una vez un pequeño con una hermosa sonrisa y una gran fe en las personas. Conforme fue creciendo, sin embargo, el mundo le mostró lo peor que podía hacer. Y son ilusos los que piensen que fue leve lo que sufrió en carne propia: nadie tiene la más mínima idea de lo que vivió el pequeño.
En algún punto de esa niñez fastidiada, su mente se quebró finalmente en dos partes: conservó en la primera aquella sonrisa que cautivo hasta a una Miss Universo. Esa buena educación que la gente insiste en llamar amabilidad, junto con la parte buena de su corazón. Sin embargo, una pequeña semilla, la otra parte, su lado oscuro, perdió toda fe y se dedicaría a abrazar la oscuridad. Esa oscuridad que en un momento de su vida conoció. Esa oscuridad que no le mintió, que le mostró como eran realmente las cosas en el mundo. La que le dijo que le protegería y que no ha fallado.
El pequeño creció como todos los seres humanos y finalmente experimento muchas facetas del espectro de la condición humana, negándose a experimentar algunas por considerarlas innecesarias o porque esa parte buena se lo ha impedido. Pero el Amor, eso que ha vivido desde muy pequeño -por ser precoz en ese ámbito, como deseen llamarle- nunca lo ha entendido como lo demás lo entienden. Es su punto débil, como a muchos pasa. Pero es también, según piensa, la única faceta que pudiera darle el último empujoncito que necesita para caer dentro del abismo insondable que busca penetrar por completo, sin éxito hasta el momento.
No es fácil. Pero ¿Que en esta vida lo es? piensa el ahora ya adulto. La soledad, al contrario de la mayoría de la gente, no le afecta. No le molesta. La recibe gustoso. Porque es cierto. Ya abrazo alguna vez la luz. Y eso solo le provoco un dolor innecesario. Pero hasta en la oscuridad hay un tipo de luz. Esa es la que lo llama. La que le promete en cada abrazo la felicidad eterna, con solo cerrar los ojos. La que lo seduce con visiones de un mundo donde la maldad por fin se muestra tal cuál, donde incluso él podría mostrarse en un breve instante tal cuál. La única que lo puede hacer llorar como a un niño. Donde podría volver a quemar el suelo que pisara. Esa es la visión que día a día le empuja a salir adelante. El amor siempre lo ha hecho retroceder un paso. El odio lo ha hecho avanzar, pesele a quien le pese esa verdad. Y ahora ese hombre desea adherirse a ese credo con toda su alma. Sólo necesita volver a unir aquellos fragmentos perdidos de una vida que en algún momento le pertenecieron. En cuanto todo este unido comenzara el lento proceso que lo llevara, algún día, a su liberación total...
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