Cuando te conocí
eras pura y virginal,
en tu sonrisa de aurora
y tu mirada primaveral.
Ahora me doy cuenta
de cuanto te he idealizado
al punto en que, al espejo que miro
mi faz no he reconocido.
Y no me reconozco
porque no te he reconocido
sino como un fantasma sepulcral
de los ideales a los que he mentido.
Ahora ha caído el telón.
Mi vida se ha cerrado.
Sobre el otoñal viento de los cerezos
comienzo el camino elaborado...
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