lunes, 8 de octubre de 2018

La loba... (Escrito corregido)

Esa chica lo había impresionado lo suficiente para provocar el cómico infortunio. Una pequeña morena enfundada en una minifalda negra, que no dejaba nada a la imaginación, de torneadas piernas, cuyos tobillos se perdían dentro de unos patines negros, que nada tenían de aquellos viejos patines de dos ejes, y cuya estética era mucho más sencilla que estos modelos de un eje. Su cabello largo y lacio de color negro armonizaba con esos grandes ojos cafés obscuros, labios pequeños y mentón delgado, que le daban una imponente presencia, y que rivalizaban con el pequeño cuello, tan frágil. Pero lo que lo distrajo lo suficiente para estrellarse de improviso con aquel enorme tronco, causándole una ligera cortada en la frente, fue la ombliguera de color blanco, que escondía aquellos pechos preciosos, que invitaban a tantos placeres prohibidos y que habrían provocado, seguramente, aún mas accidentes como el de ese momento. Atontado por el golpe, su mente se despejo de inmediato al ver a la voluptuosa joven, que lejos de irse, se encontraba a su lado, ofreciéndole la mano amistosamente, y con un dejo en su bello rostro, de preocupación por lo sucedido; era lógico, pues iba patinando muy cerca.

—¿Te sientes bien? Inquirió con un timbre de voz que enloqueció el corazón del joven tirado, cuyo pensamiento “de verdad es una diosa” dominaba desde hacía un rato en su cabeza, y oírla alecciono ese pensamiento, haciéndolo verdad completa. Todo tonto, respondió como pudo.

—Creo que sí.. De… de todos modos, así camino yo—. La respuesta, lejos de parecer idiota, como en realidad era, hizo alojar una sonrisa en la joven, que a el le pareció la gloria de la vida. 

—Ven, levántate— fue la respuesta—

—Perdona, no fue mi intención molestarte—contesto el golpeado chico, que parecía lleno de vida, tratando de ocultar el terrible dolor de cabeza que tenía por culpa del golpe y que ocultaba para no verse ridículo ante la chica. Ella, después de ayudarlo a levantarse, hizo un ademán con la mano en señal de despedida, como si se conocieran, y se encamino presta a volver a su ocupación de momento...

La escena cambió drásticamente: un enorme camión tractor dio la vuelta intempestivamente en el momento en que ella bajaba la banqueta para seguir su recorrido normal. El chico no tuvo tiempo de gritarle, o de correr para salvarla. Solo vio el manchón pasar donde unos segundos antes había una joven patinando. Algunas personas que habían visto todo, vieron con terror la pesadilla, esperando lo peor. Nada. El camionero no se dio jamás cuenta de lo sucedido, por lo que siguió su jornada como si nada. En la calle, no había rastro de la joven, no había sangre, no había indicio alguno de que hubiera una joven atropellada. Solo el joven, en su búsqueda de la chica, se dio cuenta de que un zorro con una raya en medio de color plata corría de la escena, dejando atrás de su camino abandonados unos patines de un solo eje, y una ombliguera blanca como recuerdo de lo que fue en su momento...