jueves, 30 de junio de 2011

1988

Te vas abriendo paso entre la gente. La disco esta a reventar y sientes que esta será tu gran noche, pero primero debes cazar. Mimetizarte con el ambiente. Te sienta bien. Nadie se da cuenta de ti, eres invisible. Y no te importa de cualquier forma. Lo único que existe en tu mente son las tonalidades de claroscuros de la noche, mientras te traga por completo hasta volverte un ser de completa oscuridad. Oscuridad alterna que te ennoblece a ti y a tu sagrada misión. De eso no cabe duda.
Pero sabes que no estas en el presente. El lugar, las personas, todas son del pasado. Pero han vuelto para ti. O tu a ellas, no te perderás con los detalles. El salto fue largo pero te encuentras de nuevo en estos corredores buscando a aquella que diez años atrás se te escapo. Has logrado verter la naturaleza del universo y al dominarlo te encuentras listo para terminar tu misión, los sacramentos fueron cumplidos, la fiesta eterna comienza esta noche, en este lugar donde hace años te convertiste en un Dios sangriento. Solo necesitabas retornar a tu casa para volver de nuevo a las andadas.
Ahora ya nada importa. Al principio nadie nota que estas creciendo y que te estas transformando. Y cuando lo hacen es muy tarde. Ya estas listo. Y comienzan de pronto a gritar y a huir, a correr… ¿A dónde? Son tan tontos, como la primera vez, que es la única… no hay escape. Te aseguraste de dejar tirados a los guardias muertos en las entradas y salidas, de forma que estorbaran el paso. Nadie podrá huir. Comienzas a alimentarte. Esta vez no te importa no poder ubicarla a ella, a tu presa clave, porque sabes que en ese momento ella se encontraba allí y tarde o temprano morirá…

Fragmento2

Que las páginas del libro gigante Ih-Nah-kiriak, el libro del ángel de la muerte se abran... ¡Despierten muertos en vida! ¡Comiencen los ritos para que el señor Azul despierte y el mundo sea una masa sanguinolenta y una pus eterna....

martes, 28 de junio de 2011

Salida a pasear


Por fin llegaba la familia al balneario. Habían ya pasado varias horas, pero finalmente habían conseguido su objetivo. Raúl todavía no se explicaba como podría estirar el poco dinero que había podido conseguir para llevar, por fin, después de dos años, a su familia de vacaciones. Esto le entristecía un poco pues quería darles algo que les hiciera olvidar las constantes broncas en casa por dinero: a veces no tenían ni para comer, a veces era difícil la convivencia incluso por algo que era tan insignificante pero tan poderoso a la vez.
Casi había pensado en salirse no una, sino muchas veces. Quería buscar algo mejor. Algo que les diera una mejor situación, algo que pudiera dar más sonrisas a Alondra y al pequeño Durante y a Nora, su esposa y sus dos pequeños. Pero le frustraba no tener el carácter. Ni la preparación para salir al mundo a su edad. Arriesgaba demasiado. La posibilidad de que, de tener aunque sea para café y pan, a no tener absolutamente nada para comer le estrujaba el corazón y lo dejaba sentado en su cubículo, donde pasaba horas sin siquiera algo de contacto humano, como una máquina que no satisfacía por completo a sus jefes y tenía que dar lo mejor de sí, por una miseria de salario.
Era triste que solo tuviera concentración para tener esas míseras imágenes en la cabeza. No podía. Siempre tenía ganas de llorar. De pedir perdón por no ser lo que esperaban. Que equivocado estaba.
La pequeña Nora había cumplido solo siete añitos una semana antes. Este era como su regalo de lujo. Apenas un pequeñísimo pastel y unos refrescos para celebrar solos, los cuatro. Ni para invitar a alguno de sus amiguitos de la escuela. Pero disfruto la escueta celebración como si le hubieran hecho una festividad de la realeza. Era sencilla su alma. Y el abrazo a papá había sido tan tierno, que arranco una lágrima de Alondra. Y cuando ninguno de los niños escuchaba, también origino un “te amo porque eres muy bueno”. En verdad no se merecía esa familia.
La voz de su niña lo sacó del estupor. Tomó su mano con sus pequeños dedos y lo jalo, desesperada, por entrar a pedir el cuarto. Se quedarían una noche. ¡Pero cómo la disfrutarían! Vio la faz de su padre toda entristecida y sin pensarlo, se lanzó hacia arriba para que la cargara. Y como adivinando el pensamiento y haberlo entendido a la perfección le susurro al oído….
- No importa que no tengas dinero papi. Yo te quiero mucho y eres el mejor.
Entonces Raúl lloró abrazando fuerte a su niña, que por toda respuesta le dio un gran beso. Y se dijo a sí mismo estúpido por no darse cuenta de la familia que Dios le había dado. Se enjuago las lagrimas, y mientras Alondra, su mujer, lo tomaba del brazo y sonriente le decía: “te amo”, él también le devolvía la frase y mientras comenzaban a caminar se decía que no había mejor familia que el corazón pudiera encontrar…

Fragment

... Then I saw them. Finally. After milleniums they were before me, speaking his dead languages and it them could understand to all. It saw his deformed faces, his brave bodies. His hurry to teach the truth of the world to me, while the terror also was deforming my stained with blood face, melting again and again and turning to form, since in classic nightmare. Then I spoke with them in his languages and question them ... why me? Why me?...

Fragmento

...Entonces los vi. Por fin. después de milenios estaban ante mí, hablando sus lenguas muertas y podía comprenderlos a todos. Veía sus rostros deformes, sus cuerpos bizarros. Su prisa por enseñarme la verdad del mundo, mientras el terror también deformaba mi rostro ensangrentado, derritiéndose una y otra vez y volviendose a forma, como en pesadilla clásica. Entonces hablé con ellos en sus idiomas y les cuestione... ¿Por que yo? ¿por qué yo?...

lunes, 27 de junio de 2011

Asesinato a sueldo

-Relativamente fácil-me dijeron-. Solo tienes que bajar y asesinarlo allí, enfrente de todos.
Desde ese balcón podía verse toda la fiesta que se desarrollaba abajo. La gente estaba alegre, parecía un gran evento. Y yo lo echaría a perder. Arruinaría la vida de alguien. ¿Me interesaba? Claro que no. Me quite parte del traje, lo que no necesitaba rasgar.
-Guárdalos. Los necesitaré después. Lo que se rompa traigo con que reponerlo, pero esto no.
El hombre a mi lado asintió. Sabía que seguiría. Así que solo se quito mientras con un gruñido comenzaba a transformarme. Mientras mi pequeño cuerpo se retorcía, gruñidos escapaban de mi boca. Ya me había acostumbrado, hace siglos, a no gritar por mucho que fuera el dolor que podía manejar, ahora, a mi antojo. Mi espalda se fue ensanchando mientras vello comenzaba a crecer desmesuradamente. La boca llena de colmillos comenzaba a relucir furiosa mientras mis ojos se volvían amarillos y el cristalino se ennegrecía. Mis uñas, engrosándose y creciendo hasta formar gigantescas garras también eran cubiertas en parte por ese vello que cubría todo mi cuerpo. Mis tobillos se dividían en dos partes, mientras se doblaban inconmesuradamente y remataban en mis pies, que no rompieron mis zapatos, pues los había quitado.
Ahora debía medir más de dos metros. Estaba ya completo. Mi alma estaba a la mitad, dominada por mi furia asesina, pero templada por la frialdad de mi misión. El embajador debía morir. Así que salté.
Cuando llegué al piso inferior y rompí parte del azulejo, la gente comenzó a gritar. Nunca habían visto a algo como yo, y los que si hubieran visto a alguien de mi raza, seguramente sabía a que venía. La estampida era caótica, pero no perdí de vista mi objetivo, que se había interpuesto entre sus compañeros de reunión, justo antes de que dos de sus guardaespaldas intentaran desenfundar sus armas. Craso error. Solo me tomó unos segundos antes de destripar al primero y tomar con una de mis garras al segundo para tronarle estrepitosamente el cuello. Todos corrían. El ruido, el pánico. Solo me excitaban más en mi ira asesina. Solo hubiera tenido que matar a una persona pero tenían que interponerse estos estúpidos. Así que tratando de evitar más muertes me apresuré en mi misión. Tonto de mí.
Ese tipo merecía morir. Era una basura. Todavía tomo a una de las chicas que atendían la fiesta para escudarse en ella. Y la vi a los ojos. Ojos de color turquesa que aterrados experimentaban el más absoluto de los miedos. Y paso lo que nunca. No quise dañarla. Era tan hermosa. Joven morena enfundada en un chaleco rojo, falda negra y medias del mismo tono, con unas pequeñas zapatillas sin tacón, supongo que para mayor comodidad. Cabello recogido. Tanta información en tan poco tiempo. Me calme un poco. Y fue mi error.
No vi al tercer guardaespaldas hasta que fue tarde. No le importó disparar y solo tuve tiempo de interponerme entre la chica y el embajador. Recibí el disparo en el corazón. Pero era fuerte. Ya no pensé más. Por suerte aquel tipejo ya la había soltado, pensando en que estaba a salvo. ¡Que gusto me hubiera dado reírme de él, mientras mi garra le atravesaba a él también el corazón! Su guardián no pudo salvarlo al final, y mientras rompía un plato en dos, para lanzarle un pedazo al guardaespaldas y darle en el cuello, matándolo también, caí al piso. En esta forma no podía hablar bien, pero ¿qué mas daba? Ya me estaba transformando de nuevo en humano, mientras los estertores de la muerte me llegaban a mí también, y sin darme cuenta le iba preguntando, conforme avanzaba mi cambio y podía de nuevo hablar, si estaba bien. Que no quería hacerle nada.
Pero creo que ella lo entendió. Se dio cuenta porque como bestia me detuve y dudé en atacarla. Y sabía que eso me había costado la vida, al salvarla de un balazo que probablemente, de haberme quitado, le hubiera dado a ella.
-No te preocupes –dijo mientras me tomaba en sus brazos manchados de mi sangre.- Gracias. Me llamo Armida.
Y mientras repetía ese nombre y observaba que lagrimas salían de sus ojos, vi como mi mente se nublaba y entraba en el olvido….

Detalles


Miro tu rostro languidecer y me pregunto por qué razón. No he hecho nada en los últimos días que te haga dudar de mí y sin embargo te muestras cada vez mas insegura de ti, perjudicando nuestra relación de paso. Te propongo hablar, que solucionemos esta situación, pero te cierras y con ataques prefieres sacarme de mis casillas.
Lo consigues. Tomo mi chaqueta y salgo a la calle. Necesito respirar. Tomar consciencia plena de la situación. No es que te ignore, no. Solo necesito enfriar mi cabeza, para que podamos dialogar ya que así, enojados, dudo mucho que lleguemos a algún lado.
Sin darme cuenta llego al pequeño parquecito, aquel que esta junto a la Iglesia. ¿Pensamos casarnos allí, verdad? A mi me ilusiona. Desde niño me llevaban y aunque la verdad eso de la religión todavía se me atora en la garganta, la idea de llevarte de blanco a un altar, de ser tuyo y tú mía ante Dios, si me emociona un poco. No importa tanto que tengamos ideas un tanto… vanguardistas. Así me forjo en la educación mi madre y me gustaría complacerla de esa forma. Que te llame hija, que te quiera como a mí, que te conozca y que diga: “Que afortunado fue mi hijo”. ¿Suena bien, verdad?
Recordando, soñando. Así es como me he relajado. Y me dispongo a ir tras de ti. Debes estar furiosa. Lo imagino. Pero ahora, con todo el amor que te tengo, con las palabras más dulces que mi boca lepera y desubicada pueda proferir, estoy seguro que calmare tu ira por un momento, lo suficiente para que puedas escucharme y te tranquilices, solo un momento, el instante que necesito para decirte que tú eres la única. El aire que respiro. El alma que me invade día a día para incitarme a vivir como nunca. No hay otras. Son, de verdad, solo chismes. ¿Cómo habría otras, cuando el universo conspiro para traerte a ti a mi lado? Sería imposible decir que hay una mujer como tú en algún otro lado del mundo, porque maravillosa es tu esencia cuando se junta a la mía. Y por eso te amo. Por eso no hay otras. No podría ni siquiera pensar en arriesgarme a perder lo único bueno que ha pasado en mi vida.
Se me hace raro ver la ventana abierta. No te gusta tenerlas así. Pero me basta verte tirada en un charco de sangre en la calle para que mi respiración se apague también…

miércoles, 22 de junio de 2011

Despertar...

Te despiertas con un tenue dolor de cabeza. No tomaste nada de alcohol ayer, así que esa rara sensación de crudo que te avoca deberse a otra cosa puede. No tienes ganas de levantarte pero sabes que el día será largo, así que intentas despejar un poco tu cabeza para saber que orden tendrá tu día, mientras el sol te pega directo en la cara, lo que provoca un insulto de tu parte. Crees que llego la hora de tapar las ventanas con algún tipo de cortina o de plano con concreto. Eso lo pensarás después.

Ya te has sentado en una orilla, intentando despejar tu cabeza. Todo ha sido muy rápido. Dormiste, según tú, para tranquilizarte y salir un poco del estertor. Las sensaciones tan nuevas para ti han galopado durante un buen rato mientras te deleitabas en ellas lentamente, como esperando un nuevo comienzo. Y lo es. Ya no habrá marcha atrás, porque así te lo has propuesto y no dejarás que nadie estropee a este nuevo tú. Tal vez bajarás y te prepararás algo de desayunar: ¡Cuanta hambre tienes! Y con alegría verás que hay en el refrigerador… o igual irás a desayunar afuera. Los consomés son muy ricos y hoy es día de venta. Igual lo completarás con unos taquitos de barbacoa. Al fin y al cabo, puedes darte ese lujo ahora.

Después arreglarás tu departamento. Eso es. Hoy no vas a trabajar así que todo el día es para ustedes. Platicaras de cualquier cosa. Será un buen día. El primero del resto de tu vida. Te encontraste con algo que no sabías que tenías y eso te llena de orgullo. ¡Ahora aprovéchalo, antes de que sea tarde! Si… que satisfacción pensar así. Toda tu vida por delante, solo tienes que ser cuidadoso… planear el resto, tu futuro. Nada ni nadie les quitará sus sueños. Se lo debes a tus padres. Aunque no los verás más, sabes que desde el cielo te bendicen. Tu nueva cruzada, va para ellos. ¡No se diga más! Y cuando seas famoso, que finalmente alcances la cima dirás: “Yo a mis padres les debo mi vida y esto es para ellos”…

Pero primero tienes que despejar tu cabeza. Onirísmos vienen y van, tratando de encontrar cobijo. Solo unos ligeros golpeteos en la cabeza y todo marchara como debe. Pero es que no puedes dejar de saborear todas las sensaciones nuevas que acuden a ti: todas las frases, los clichés que tanto viste en el cine y que tanto te gustaban, y de los que ayer hiciste gala de puntual atención. Cierto es que no estaba planeado pero ¡Que más da! A veces la improvisación es el arma justa contra las revelaciones del alma. Si no lo sabrás, tú, que siempre has seguido un sendero recto y justo, ahora ya no tendrás limitaciones. Nunca más.
Ahora te has levantado. Das un beso al bello cuerpo que tienes enfrente de ti, acurrucado junto a ti toda la noche. Ni siquiera te importa el charco de sangre en la cama, junto a su tez despedazada. De cualquier forma, pensabas cambiar cuanto antes el colchón y las sabanas….

Pues... Feliz cumpleaños niña muy bonita...