viernes, 29 de abril de 2011

Contra el Cielo Goggiano...

A mi me desespera ver hacia el cielo. Tal vez es demasiada inmensidad para la comprensión de mi alocada y frágil estabilidad emocional. La recia figura de los tonos que emana me recuerda el pasado que tan dolorosamente intento dejar atrás.
Pero no es solo por los recuerdos que me enfada un poco. Creo que tal vez es la voz que me llama desde arriba la que me mantiene inquieto un poco, quizá por que no sabría, si me decidiera, como atenderla; cómo responderle. Y a lo mejor, suma de todas las tristezas que me abaten apenas comienza a despuntar el día, no lo hago porque me da un poco de mucho miedo. Imagino todos los contrastes que se dan de aquí a donde la imaginación no me alcanza, presa de febril presencia de lo que no adoro, por lo que amo tanto...

domingo, 24 de abril de 2011

Amistad

Alianza mortal del hombre, que venera
La espada al clamor de su esperanza.
¡Contestad, pronto, a los bienes en espera!
Que la voz del despertar es mi alabanza.

Despierta, ¡pronto!: ya el Hessiano aguarda
El suave esplendor; bienaventuranza
De la sombra gris, que cuál esteta,
Prepara la soledad de mi Dios a rastras.

Sombrío cuervo: desciende a la guerra
Y levanta la llama del odio: tus hermanas
Saben de qué es lo que habla la afrenta,
Del que invoca con su corazón respuesta.

Aranjuez

Te recuerdo
En la broma de mi soledad.Reservado un aroma;
Un premio a mi juventud desubicada.
 
Saliente un paso a la vez,
Desdichado en mi vertiente,
Un camino largo,
Un corazón vacío.
Miedo de pequeño niño,
Que lo ha perdido todo,
Y eso que mi vida sin ella no es nada,
Solo una llaga al paso.
Celebra conmigo en mi morada.
El caldo esta frío, el pan amargo.
Solo me tiene a mí.
Su lancero. Su amigo.
Entrega su ser a través de sus ojos,
Para volver a soñar con la muerte.
Condena al placer, vida mía
Que mientras la muerte es dicha
La vida es muerte.
Reservo mi dolor, que no es poco.
Salgo con las sombras tan amadas.
Desecho en el camino el gran jolgorio
Y sueño con la luna enamorada.

lunes, 18 de abril de 2011

Un lugar para añorar...

La vida se encuentra en un ramo de rosas

La vida se encuentra en un ramo de rosas. Lista para florecer al más mínimo contacto; sin excusa, tan grande como la dicha y el doble de hermosa. La ves en la silueta de tu cuerpo, cada mañana, cuando disponiéndote a salir de casa, te saluda firmemente, como lo haría yo en su lugar. Tiene a veces un sabor metálico y barato, y en otras ocasiones un sabor dulce y tierno, y sientes que tu piel se sobrecarga, pues es la revelación de la muerte, de la que ni tú escapas. Pero el tiempo que la mantiene si lo es, y te espera cuando llegas cansada y ansiosa de revelar tus sueños. Mantiene siempre el paso a tu lado. Calla cuando estas contenta, y entristece contigo, porque llorar le esta prohibido si combates con ella, y solo le queda consolarte en el esplendor de tu vida. Se hace una contigo en tus triunfos, y se funde a tu esencia como el aire que te sostiene en tus derrotas más profundas. Te quiere, y te lo demuestra a cada paso que das. Y te odia, pues siendo más bella, enterneces el sendero de la iluminación que te precede a la victoria. Sabe todo acerca de ti, y la conoces mejor que ella misma, porque vives adentro de sus sueños más profundos. Y te das cuenta de que, a pesar de todo lo malo y lo bueno que pueda acontecer en tus quehaceres cotidianos; de la incertidumbre con la que tan alegremente exiges el pago diario a tu fortuna, amas cada instante de eso que en el principio te encuentras... la vida misma.

domingo, 10 de abril de 2011

oda a Mariana...(I)

Mi corazón se siente tan solo sin ella, como hacía mucho no se sentía. Como el invierno en una estación del metro en horas pico. Como un poema hecho para un chimpancé rascándose la espalda. Como mi corazón llorando inconsolable. Como un buen abrazo de un hermano, de un amigo. Como los meses retrocediendo paulatinamente hasta llegar al cero absoluto. Como mi amor de juventud. Como de delirio de anciano. Como extrañarte tanto sin desear verte jamás. Como la sensación de que alguien te persigue, antes de darte cuenta de que solo se trata de tu sombra.
Enciendo un cigarrillo y dejo que el humo forme escenas de mi pasado, mientras la sensación de nauseas se mantiene en mí. El frío comienza a molestarme un poco, pero prefiero ignorarlo por completo, a sabiendas de que terminará por consumirme por completo, mientras la cruda física hace su trabajo por la noche en vela contando deliciosas historias de placer y tortura.
Saco el libro maltratado de mi bolsillo: una edición viejísima de las meditaciones de Marco Aurelio y comienzo a releer partes que había marcado con un lápiz ya desgastado. Algunas de ellas me recuerdan algunas etapas de mi vida; otras, un pasado que me corroe y me corrompe mientras me recuerda lo débil que soy. Intento hilvanar pensamientos sueltos, pero solo consigo mezclarlos aún más, confundiéndome en el proceso.
Comienzo a temblar, trémulo, mientras pienso que no se trata esta vez del frío. Es la sensación que me agobia, taladrándome constantemente. Vuelven tus imágenes a mí, mientras intento deleitarme, trazando lentamente en mi cabeza las líneas que conforman tu rostro, mientras deliro tremendamente, con un placer que cada vez bombea mis sentimientos y me producen algo parecido al placer mezclado con el terror. De verte, de sentirte a través de mí; cálidos sonidos de tambores africanos que van aumentando lentamente junto a coros profanos, hasta formar en un solo tono tu nombre… solo tu nombre.
Intento formar en mi memoria el acceso secreto a mi Palacio de la Memoria, pero aparecen imágenes sin sentido, formando tras del humo la claridad fehaciente de mis intenciones, pero solo enloquecen en un torbellino desgastante de recuerdos pululantes; de mariposas sangrantes y monos arrevesados, al par que mi memoria se detiene y reinicia su marcha triunfal sobre el caos reinante. Los perros de ataque que salieron de la nada atacan varios recuerdos; no sé porque están allí, pero juntos entonamos un baile cacofónico de macabros deleites, cuando yo también comienzo el ataque, lleno de ira. Despedazamos gente, lugares, eventos, hasta que desaparecen entre las raíces del árbol de la vida que comienza a crecer lentamente al absorber esos recuerdos despedazados, volviéndose oscuro cada vez más. Entonces comienzo a atacarlo también a él. Esos recuerdos son míos… ¡míos! Y nadie los merece, más que yo.
Ahora, mientras cae en pedazos la estructura mental que lo socava, me pregunto si es lo correcto seguir así, y me preparo a lanzarme al abismo donde cae todo lo profano, listo a seguir en el segundo círculo mi pelea por todo lo que amo…

jueves, 7 de abril de 2011

Retorno

Regreso a tu influencia cándido, estoico. Pruebo saliva antes de proceder con la gentil delicia de tu rechazo. Con la sutil y sublime noticia de mi muerte. no sobreviviré un día más ante las puertas de este sentimiento desconocido, pero dulce... Me siento entonces debajo del arco donde una vez te dije: "Te quiero" y donde te burlaste. Donde me idiotizaste con tu ausencia. Donde te perdí con el simple valor de ser honesto. Y me quedo allí. No tengo ni siquiera un cigarrillo que pudiera aprovechar para matar el tiempo. Igual y podría formar con e humo imágenes de ti. Tan bonita. Y me resigno a esperarte así, desnudo, con el alma tirada en el piso de tan sucia. Con la funesta realidad de que partiste sin siquiera despedirte y de que yo no te hablaba, presa de un exceso de arrogancia al creer que te estaba protegiendo... "Que tonto", pienso ahora que te encuentras imbuida en las celebres formas que en mi cabeza flotan una tras otra, como desperdigadas esencias de todas las flores que te mandara en tu cumpleaños.
Después de un rato los insectos paseándose ante mí son ahora amigos. Juego con ellos, aun cuando para ellos sea una amenaza. Y no hay forma de hacerlos entender, más ya que importa. Nada importa si no estas tu allí para hacer especial cada momento. Y me dueles como duele el aire mezclado con el amor, en una danza eterna e indolora, pero precisa de sangre falsa, como la mente que te sueña en la parada del trolebús, esperando mientras tú misma te detienes en las correas de la mochila que utilizas para ir a la escuela, de donde esperas salir para ser alguien algún día, sin darte cuenta de que solo necesitas voltear a ver algún reflejo que muestre la grandeza de tu ser.
Si... te imagino cada día, en cada niño. En cada mujer que pasa a mi lado, sintiendo las ganas de gritar y de que voltees tú, que me veas y corras, y me des un abrazo y me digas: ¿¡Cómo estas?!, y tomemos un café y sepa de tu vida. Te imagino en cada pedazo de vida que se cae de mí, solo para retoñar como la alegría de saberte viva y no dejarte ir nunca más. Pero no es posible. Solo la hondonada de tu espacio que me provoca y me incita a dejarte en paz...