lunes, 27 de junio de 2011

Detalles


Miro tu rostro languidecer y me pregunto por qué razón. No he hecho nada en los últimos días que te haga dudar de mí y sin embargo te muestras cada vez mas insegura de ti, perjudicando nuestra relación de paso. Te propongo hablar, que solucionemos esta situación, pero te cierras y con ataques prefieres sacarme de mis casillas.
Lo consigues. Tomo mi chaqueta y salgo a la calle. Necesito respirar. Tomar consciencia plena de la situación. No es que te ignore, no. Solo necesito enfriar mi cabeza, para que podamos dialogar ya que así, enojados, dudo mucho que lleguemos a algún lado.
Sin darme cuenta llego al pequeño parquecito, aquel que esta junto a la Iglesia. ¿Pensamos casarnos allí, verdad? A mi me ilusiona. Desde niño me llevaban y aunque la verdad eso de la religión todavía se me atora en la garganta, la idea de llevarte de blanco a un altar, de ser tuyo y tú mía ante Dios, si me emociona un poco. No importa tanto que tengamos ideas un tanto… vanguardistas. Así me forjo en la educación mi madre y me gustaría complacerla de esa forma. Que te llame hija, que te quiera como a mí, que te conozca y que diga: “Que afortunado fue mi hijo”. ¿Suena bien, verdad?
Recordando, soñando. Así es como me he relajado. Y me dispongo a ir tras de ti. Debes estar furiosa. Lo imagino. Pero ahora, con todo el amor que te tengo, con las palabras más dulces que mi boca lepera y desubicada pueda proferir, estoy seguro que calmare tu ira por un momento, lo suficiente para que puedas escucharme y te tranquilices, solo un momento, el instante que necesito para decirte que tú eres la única. El aire que respiro. El alma que me invade día a día para incitarme a vivir como nunca. No hay otras. Son, de verdad, solo chismes. ¿Cómo habría otras, cuando el universo conspiro para traerte a ti a mi lado? Sería imposible decir que hay una mujer como tú en algún otro lado del mundo, porque maravillosa es tu esencia cuando se junta a la mía. Y por eso te amo. Por eso no hay otras. No podría ni siquiera pensar en arriesgarme a perder lo único bueno que ha pasado en mi vida.
Se me hace raro ver la ventana abierta. No te gusta tenerlas así. Pero me basta verte tirada en un charco de sangre en la calle para que mi respiración se apague también…

No hay comentarios:

Publicar un comentario