lunes, 22 de agosto de 2011

(Dedicado a Dani por su cumpleaños...) Imaginante....

Sorprendo al tiempo enarbolando sus sueños, en su vieja tienda de campaña. Estaba levantando y doblando su cobija dulcemente, mientras platicaba con ella. Me pareció loco, pero el encuentro fortuito con esa escena me pareció tierno, por lo que dedique un saludo especialmente pícaro. No me dijo nada. supongo que no me escucho. Siempre se hace el sordo cuando lo saludo de cualquier manera. Quise seguir mi camino, pero me dijo que me detuviera.
Cuando volteo veo que ha tomado su forma de gigante. Y comienza a parlotear en lengua muertas hace tiempo. Al mismo tiempo que comienza su caminata conmigo intenta descifrar lo que hay en mi corazón, aún cuando sabe que no puede domarlo, pero que sí lo controla. Eso debe ser normal. Después de todo, solo él sabe donde esta escondido. Ni yo sé, por ello le pedí hace tiempo lo guardara… en fin. Los valles pasan tan rápido mientras caminamos. Siempre me divierte ver que me habla, que yo no le comprendo y aún así, sé exactamente de que estamos charlando y le contesto en mi idioma nativo, a veces un poco en ingles, para tratar de impresionarlo.
Saco un chicle mientras él observa una nube, embelesado con la forma rara que ha tomado. Y comienza a comerla, como si se tratara de un algodón de azúcar, hasta se me antoja de recordarlo. El sueño que me provoca el chicle me deja dormidito en un páramo, cerca de la roca del sabio que me cuidará mientras sueño. Y allí te vuelvo a ver, esplendorosa, serena… eterna como el viejo. Y sonríes porque sabes que te espío en mis sueños. Y bailas conmigo una pieza de vals porque descubriste hace tiempo que no sé bailar otra cosa. Eres el juicio de Dios, que me da la bienvenida con el premio que es tu sonrisa y el castigo que es tu mirada, porque de eso esta hecho el dulce recuerdo de tu mirada… de castigo y amor.
Y me levanto rápido, pues rápido he despertado. Y seguimos en nuestro camino el viejo gigante y yo, charlando sobre temas escabrosos y sueños rotos… y de tu sonrisa y tu mirada en la lejanía de la promesa que es el cielo, para que, cuando vuelva a soñar, si me he portado bien, pueda soñar contigo…

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