jueves, 31 de marzo de 2016

Sophie

La pequeña Sofia se pone cuidadosamente cada media, mientras él solo observa, sentado, y extasiado por contemplar un ritual que tal vez no significa nada para ella pero que para un hombre como él puede significarlo todo.

– Creo que serás aún más hermosa cuando llegues a los 30 años.
– Gracias, que lindo… aunque en esta vida, ya sabes, no se sabe…
– Yo te protegeré siempre que tú lo quieras.
– ¡Muchas gracias! Pero creo que no, pasaré… como siempre. Aunque te agradezco tus atenciones.
– De nada. Es una lastima…

Todo en el cuarto esta desordenado. La ducha todavía esta enfriándose. Los utensilios de arreglo están diseminados por todo el lavabo. Toallas en el piso, junto con varios condones usados en el bote, anudados de forma descuidada. En medio del cuarto un mueble, de esos que llaman potro del amor, como una especie de monumento. Todo huele a sexo. Y el tiene ahora impregnado en la piel el dulce, tierno aroma de la piel de Sofia. la memoria de como huele su sexo, lo poderosa que es su juventud contra la madurez de alguien que ya ha vivido mucho más. Cada línea que él ha querido grabar de manera perenne en su mente, quizá para una y otra vez volver a estas memorias que se han quedado. tal vez, solo tal vez, un nuevo cuarto de marmóreas paredes y esculturas pétreas imprecisas, de tallado clásico, formarán un nuevo lugar dentro del Palacio de su memoria. Un nuevo lugar, una nueva presencia que Rafaela cuidará ferozmente para su protegido.
Sofia ya ha terminado de ponerse el vestido negro ajustado que entalla perfectamente a esta joven de formas delgadas, fascinantes. Se calza las zapatillas también negras y mientras toma su bolso se acerca a él.

– En verdad me la pase muy bien, bebe. Espero verte pronto.
– No lo sé, querida. Mi trabajo me demanda demasiado. Yo te llamaré, ¿de acuerdo? Quiero volver a verte.
– De acuerdo – Sofia se termina de arreglar su cabello negro, largo. Ya ha quedado impecable. Visión divina que otro cliente observará en un rato, aunque ella bien quisiera irse ya a casa a descansar. después de todo, ha sido un día agitado– pero sí me llamas. Chao.

Un beso en la boca finaliza su visita. Y mientras cierra tras de sí la puerta, no puede evitar meditar un poco en la cotidianidad de su notoria presencia: la fresca ausencia del amor diáfano. traslúcida sombra de lo que todo mundo quiere poseer pero que se escurre entre las llagas de las lagrimas que la vida exhala en su historia…

1 comentario:

  1. Tsssss relatos de muchas vidas; una meditación espontánea y momentánea que atraviesa un corazón negado a sentir

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