martes, 29 de noviembre de 2011

Precuela de los Ojos Bonitos...


Mientras fenece tu estadía en casa, la sensación de vacío me atosiga incesantemente. Ni siquiera el calido hervor de tu piel sudando con la mía logro disminuir esa sensación inmunda, pagana. Ni tus labios llevándome una y otra vez a la fatiga de morir poco a poco mitiga la marcha de mi apatía. Algo me esta sucediendo y no es agradable. Y probablemente te diste cuenta pues has estado fría, distante, como si hubiera sido este el mayor insulto que alguien pudiera proferir en tu contra: ignorarte mientras tienes sexo. Has estado mirando por la ventana, sentada y sólo tapada con la sabana, perdida, pero molesta. Se te nota en la cara y me da un poco de temor hablarte. Sé que tuve la culpa y esperaría una mala respuesta de tu parte o simplemente que te levantes y te vayas. Y no quiero más que tenerte aquí, cerca, donde el aroma de tu piel siga enervando poco a poco cada uno de mis sentidos, por lo que enfrento el desprecio y la indiferencia de tu actitud.
Más no puedo evitarlo: el vacío empático que reclama mi alma no me permite ver más allá de una intensa melancolía. Me acerco un poco a la ventana y puedo observar en picada, sobre la acera de enfrente, la poca actividad que se desarrolla en esta zona del barrio. Todas las tiendas han cerrado y algunos vecinos platican, mientras a lo lejos puestos de tacos y otras chucherías. Se suceden en una algarabía fingida, dando a los trasnochadores algo en que desgastar sus horas. Algunos niños juegan, evocando fragmentos sueltos de mi infancia, e intento desesperadamente volver a ti para continuar con esta, la que debió haber sido nuestra gran experiencia. Y sin embargo me siento derrotado, listo para renacer en el siguiente peldaño que cruce, pues no habrá marcha atrás. Así es esta, mi vida: un pleno e incesante revoltijo de situaciones que parecen chocar unas contra otras en un remolino de desgracia y muerte, con seres queridos siempre llegando y yéndose, con amores naciendo y cerrando su ciclo.
Tarde o temprano mi mente vuelve a ti, que ha evocado la sincera raíz de mis lamentaciones y me niega una y otra vez la entrada a este, su santuario, en busca de absolución. Mi alma esta atrapada en ti, mujer santa que en el vientre puedes guardar el linaje que tanto he soñado, tus muslos  blancos me permiten soñar con mundos utópicos más no en esta noche, en que he sido reclamado por otra señora.
No me dices nada. Pero en un dejo de perfecta simetría, me acerco a ti en el instante en que tú te levantas del pequeño banco donde estabas situada y me atrapas con tus brazos, seductora, traviesa. Esbozas una ligera sonrisa y me permites, capturándome con la esencia de tu alma, olvidar un poco mi desquebrajado soliloquio mental y entrar de nuevo, rendido, a la plenitud de tus ojos, mientras en un beso me recuerdas que antes que solitario, antes de que existiera el mundo para mí, ya estabas esperándome en el quicio de una puerta, aquella en que me saludaste cuando voltee por primera vez a verte y quedé prendado de tus ojos bonitos….

2 comentarios:

  1. BIen, mi estimado Aurelio, siga con la katarsis

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  2. o de lo contrario, sal a acribillar a Justin Bieber, jajajajajaja

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