domingo, 25 de octubre de 2015

Tribulación...

"No permitas que te maten los recuerdos"...

Soy como el prometeo encadenado: aquel que, por robarle el fuego a los dioses, fue castigado por toda la eternidad, condenado a pasar todo su tiempo encadenado, mientras un ave gigante le comia las entrañas y durante la noche estas se regeneraban para al dia siguiente realizar la misma tortura de nuevo...
Todos los dias me levanto ebrio de dolor... y mientras lentamente las horas van derritiendo el dia que ha nacido para alumbrar al mundo, mi tiempo vivo se va diluyendo, por lo que al atardecer ya solo soy un muerto en vida...
Las dudas asaltan, una y otra vez, mi atribulada mente, que se consume lentamente por el discernimiento. No goza de vividez la clara mentalidad de que se va perdiendo, sino la certeza de que se esta cayendo a pedazos una existencia que no es sino un castigo a algo hecho en vidas pasadas. Solo es una transición de tiempo, claro esta. Pero al mismo tiempo es toda una vida de sufrimientos.
Dí a la humanidad lo que soy: un ente de carne y fuego. Un megalomano con un corazón de cristal, que se quiebra por cuanto pequeñas obras de amor o tristes realidades le golpean con toda la fuerza de que son capaces. Un monstruo que quiere ver al mundo arder en el caos inigualable que es su alma, siempre y cuando los justos -decisión que Dios tomara por votación unanime- puedan salvarse, ya por lo menos llevados por un mitológico arrebato. Un ser con la nobleza de no permitir que lo malo triunfe, impotente ante la ruda realidad de que casi nunca será de esa forma.
Soy un hombre a quien los recuerdos han mantenido con vida. A quien ellos han hecho tan fuerte en unas áreas y tan débil en otras. A quien la vida ha cacheteado una y otra vez. Un sobreviviente de un amor descalzo...

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