miércoles, 12 de noviembre de 2014

Primera piedra...

Desfila ante mí la cruel sonrisa de mi ciudad amada,
sus serpenteantes callejones pétreos me solapan.
Detrás de sus puertas las hirientes miradas
y la promesa del fiel corazón que me desgarra.

Comenzaste como algo temporal, piedra al brote
de lo que no se consigue en un solo tiempo,
para quedarte por siempre, al pie del rio,
para reverdecer en el tiempo.

Entonces te llenaste de espiga, carne y moras;
de balastar la locución de tus heroes, de la vid
la sangre de los mil reyes que en ti ya moran
por cuanto dan las horas mil y un pases.

Sollozan ante mi sus puertas, un día sacras
y que ahora solo son del tiempo testigos,
fauces abiertas de crueles historias
y de divisiones que en mi memoria se establecen.

Desfila ante mi mi mentor, mi maestro
para darme las nuevas divinas
y engarzarse en la fuente eterna de la vida

y renegociar los términos de su rendición…

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